Desde el área de “autonomía” de Zubietxe gestionamos una serie de pisos con los que pretendemos atender las necesidades de las personas que se encuentran en una situación límite entre poder desarrollar una vida completamente autónoma y encontrarse en una situación de dependencia y/o exclusión social severa. En nuestra experiencia hemos descubierto que muchas veces estas situaciones fronterizas son las más abandonadas, lo que provoca que personas que, con un poco de ayuda en un período concreto de sus vidas, podrían acabar recuperando la autogestión de sus procesos vitales, acaban perdiéndola y avanzando hacia procesos de exclusión cada vez más profundos. Para evitar esos procesos, altamente negativos paras las personas afectadas pero también para la comunidad en su conjunto, entendemos que garantizar el acceso a una vivienda digna y a un apoyo socioeducativo adaptado a sus necesidades son los pilares desde los que asentar una reconstrucción personal que permita recuperar la plena autonomía. En estos pisos nos plateamos aplicar un modelo de Housing First que se basa en la idea central de que para que una persona sin hogar mejore primero hay que ofrecer una vivienda digna donde vivir, el resto vendrá después. Si todo el mundo puede acceder a una ducha sin ningún tipo de condición ¿por qué no a un hogar? Este modelo fue desarrollado en la década de los noventa por el psicólogo Sam Tsemberis de la ONG neoyorkina “Pathways to Housing” y, posteriormente, se ha extendido a Escocia y varias ciudades europeas.

Partiendo de este principio básico se han ido adaptando las redes de pisos que desde hace años viene gestionando Zubietxe y que, a día de hoy, asciende a 7 viviendas en las que contamos con 32 plazas. Este conjunto de viviendas es heterogéneo y busca cubrir distintas necesidades: así, para aquellas personas que tienen unos mínimos ingresos, que les garantizan poder aportar económicamente al mantenimiento del piso, y una capacidad de autonomía suficiente, contamos con una red de 5 viviendas que suman 20 plazas (en Ibaizabal, Zamákola, San Ignacio, Arrigorriaga y Arabella) de media exigencia y baja intensidad en el acompañamiento socioeducativo. Aquí viven personas que tienen el grado de autogestión personal mínimo para poder convivir por sí solas, con unas tutorizaciones mínimas, pero que a la vez tienen una serie de problemáticas psicosociales (relacionadas muchas veces con la salud mental) que podrían suponer la pérdida de la vivienda si dejaran de contar con ese necesario acompañamiento socioeducativo. Ofrecemos un apoyo para que estas personas tengan garantizada la vivienda, porque ese es el objetivo prioritario.

No obstante, al desarrollar los acompañamientos, con cada persona habrá objetivos concretos que en unos casos nos llevan a priorizar el aumento de la autonomía personal, pensando en reducir su grado de dependencia y potenciando sus capacidades de autogestión vital, mientras que en otros casos el objetivo será el de mantenimiento de la situación a la espera de que se pueda derivar a un recurso de mayor exigencia y/o intensidad educativa, en vista de cómo evolucione la situación de la persona.

Junto a la red de pisos, hay otras dos viviendas, que suman 12 plazas (Hiritar I e Hiritar II), destinadas a personas migrantes que no tienen ningún recurso ni arraigo, por lo que no pueden acceder ni a ayudas sociales, ni a permisos de trabajo, ni, por lo tanto, a una vivienda digna. En estos casos, estas personas tienen una capacidad de autonomía total para vivir, pero no podrán hacerlo por falta de regularización. A estas personas se les ofrece alojamiento mientras transcurre el tiempo necesario para poder solicitar una ayuda social y tener los recursos necesarios para alquilarse una vivienda por sí mismas. La ausencia de otro tipo de problemáticas supone que la intensidad del acompañamiento a estas personas sea menor que en las otras viviendas que gestionamos.

Finalmente, desde esta área también se realizan acompañamientos socioeducativos con personas que residen en el piso de Jose Mª de Olabarri, cuya gestión no es de Zubietxe, sino de la Compañía de María y que está destinadas a mujeres sin recursos. En esta vivienda hay tres mujeres que son usuarias de Zubietxe, con las que es nuestra entidad la que se encarga de realizar la intervención socioeducativa. Unas mujeres para las que la existencia de este piso es la alternativa a quedarse en la calle en una situación de “sinhogarismo”. Pero aunque el piso no esté incluido en la red de pisos de autonomía gestionada desde Zubietxe, las mujeres con las que intervenimos en este recurso reciben el mismo acompañamiento y desde los mismos fundamentos que el resto de las personas atendidas por el área de autonomía de Zubietxe.

Porque al final, lo que buscamos con nuestros pisos protegidos es garantizar el acceso a una vivienda digna, con la mayor autonomía posible, a todas aquellas personas que necesitan un apoyo y un acompañamiento precisamente para solucionar sus problemas de acceso a una vivienda. Por eso intentamos que los acompañamientos sean lo más flexibles que podamos y, también, que la intervención socioeducativa sea de baja intensidad, precisamente para potenciar en la medida de lo posible la autonomía de estas personas y evitar que su situación se cronifique o empeore.

Porque lo que realmente pretendemos es ayudar a estas personas a que abandonen lo antes posible nuestra red de pisos al haber recuperado por si mismas su capacidad de vivir por sí mismas en hogares propios o en los recursos que mejor se adapten a sus necesidades personales.