Cuando voy por la calle y noto los pies cansados solo pienso en llegar a casa y descalzarme, cuando estoy en la calle y tengo frío o estoy mojada por la lluvia sé que es algo pasajero, en cuanto llegue a casa le pondré remedio. Incluso cuando voy a visitar lugares bonitos o algunos días de vacaciones, llega un momento en que necesito volver a mi casa, ducharme en mi ducha y dormir en mi cama, prepararme un té en mi hervidor y ver la tele en mi sofá.

Y siempre pienso en lo importante que es estar a gusto en tu casa, tu hogar, un campamento base de seguridad y confort al que volver y desde el que poder gestar y llevar a cabo proyectos vitales, donde celebrar las buenas noticias y donde llorar las malas, donde guardar todas esas pequeñas cosas que queremos que nos acompañen en ciertos momentos de nuestra vida e incluso para siempre.Y de pronto pienso en cómo sería si quitase la palabra “casa” de todo lo anterior.

Ir por la calle notar los pies cansados y no tener un lugar al que llegar y descalzarme, tener frío o estar mojada y no saber cuándo va a pasar esa sensación. El ir de un sitio a otro conociendo lugares nuevos pero nunca dormir en la misma cama, ni ducharme en la misma ducha.

Tener que prescindir de pequeños recuerdos u objetos que me gustaría que me acompañasen y quedarme solamente con lo q quepa en una mochila… de repente me invaden sentimientos de frío, vacío e incertidumbre.Unas sensaciones muy lejanas a la estabilidad que nos dan la seguridad y el confort de tener un lugar donde vivir, una estabilidad que tanto necesitamos para cumplir nuestros objetivos y poder crecer.

Y entonces vienen a mi mente personas.

Personas que están o han pasado por nuestros pisos, que llegan de lugares muy diversos y con “equipajes” más diversos aún, pero todas ellas en situación o riesgo de exclusión con cosas pendientes y objetivos por cumplir.

Objetivos que no se pueden cumplir alojándose cada mes en una pensión diferente, desde un hospital psiquiátrico o viviendo en la calle.

Objetivos tan básicos como descansar, estudiar, aprender a cocinar, iniciar o continuar un tratamiento médico, realizar un tratamiento de desintoxicación, tener una relación normalizada con el entorno, buscar trabajo… en definitiva, construir una vida autónoma y canalizarla en una dirección saludable.

Pero por otra parte, objetivos que a lo largo de estos años hemos visto cumplir con muchas ganas y esfuerzo, desde la seguridad y la tranquilidad que proporciona el tener un alojamiento estable como base principal para construir una vida autónoma y una convivencia normalizada.

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