No está bonito matar a la gente a pedradas.
Hasta aquí todos de acuerdo.
Las divergencias empiezan cuando intentamos dilucidar quién tiró la primera piedra y quién la última, la definitiva.
Para llegar a conclusiones, pensemos en Imán, lapidada hasta morir en Siria por el Estado Islámico. A nadie se le ocurriría escribir un titular (aunque ocupe un espacio pequeño, casi insignificante) con una última pedrada como «condenados dos jóvenes por lapidar a una adúltera» Sería una atrocidad. Otra. La pedrada de gracia.
En el caso de Imán, tiró la primera piedra un hombre que dictó una ley injusta, y muchos otros hombres que la festejaron, entre ellos el padre de Imán, que la ató con una cuerda y la metió en el agujero para la lapidación, negándose además a perdonarla.
Lamentablemente no sólo en países lejanos pasan estas cosas. Hace dos años un hombre del que ni siquiera sabemos el nombre pero sí el apodo, El Chatarrero, un hombre sin hogar, fue apedreado hasta la muerte en Utrera.
Le lapidaron dos personas, dos jóvenes, que no cayeron en que este hombre sin hogar tenía dignidad. Como Imán. Como ellos. Como tú y como yo.
El asesinato a pedradas de este hombre sin nombre, sin hogar, pasó casi desapercibido.

Como el de Imán.

Suele suceder con los asesinatos de mujeres y de personas sin hogar. No digamos ya con las palabras hirientes, las patadas, los escupitajos o las bromas como destrozar las pertenencias de quien afea la ciudad durmiendo en la calle, empeñándose en dar miedo y asco, en no tener dignidad a fin de cuentas.
Pero que estas arenillas no nos despisten. Volvamos a las pedradas.

PIEDRA
¿Quién tiró la primera piedra, quién empezó la lapidación que mató al hombre sin hogar y sin nombre? ¿Quien recortó en Servicios Sociales, quien cerró camas en hospitales psiquiátricos sin crear alternativas en la comunidad, quien permitió que se desahuciara a 65.000 familias al año, quien hizo dejación de su deber de educar, quien no dio ejemplo, quien prefirió mirar para otro lado?
No sabemos cuál fue la primera piedra. La penúltima lo mató. Fue la que lanzaron dos jóvenes en una caseta abandonada de Utrera.

La última, la que a él ya no podía hacerle daño, nos ha herido a nosotras. Ha llegado envolviendo este titular:
«Condenados a 17 y 15 años dos jóvenes por asesinar a pedradas a un indigente«. Un indigente. El lenguaje estructura la realidad y puede hacer más daño que un adoquín.
‘Indigente’ nombra una situación de abandono y falta absoluta de medios que no se verifica en la mayoría de las ocasiones; “Indigente” se refiere a una persona por sus carencias físicas sin reparar en las consecuencias personales y sociales que supone la situación de vivir sin hogar.
«‘Personas sin hogar’ parece un término más acertado, menos hiriente, para aludir a la situación de quienes viven en la calle, en albergues o en infraviviendas. Con el término ‘sin hogar’ se hace referencia a la carencia de un espacio donde desarrollar una vida autónoma, así como a la ruptura de relaciones personales que sufren estas personas. Esta guía de EAPN, la Red Europea de Lucha contra la Pobreza, explica algunas de estas cosas y muchas otras. Se ha difundido hasta la saciedad entre los medios de comunicación.

Existe un manual de estilo para hablar sobre personas sin hogar y existe también la sensibilidad. Hagamos que, ya que ambos están ahí, se utilicen para evitar pedradas añadidas, que no matan pero hieren.