El ciclo de sesiones del taller formativo de seguridad vial (programa TASEVAL) que realiza Zubietxe, se cierra con dos jornadas en el Taller de Arte. Es una manera de cerrar los contenidos que se volcaron en las jornadas anteriores, resumirlos y terminar de interiorizarlos.
Según sus dinámicas internas, cada grupo de asistentes tiene un carácter distinto. Este carácter decide qué tipo de intervención hemos de diseñar para cumplir los objetivos de sensibilización, interiorización de todos los contenidos así como el objetivo clave: identificar sus propias conductas de riesgo y evitarlas.

A este grupo, en la primera sesión de las dos finales, les pedimos que se hicieran una máscara. Por un lado esta máscara debía reflejar como creen ellos que son percibidos por los demás (imagen superior), en el interior de la máscara debían representar su «verdadera» realidad, como ellos se perciben a sí mismos.
Después les pedimos que dedicaran tres papeles pequeños a tres personas a quienes habían dañado de uno u otro modo con su actitud (trabajando en relación a las causas que les han traído hasta este taller). Una vez de que hubieron trabajado con amor y cariño en cada uno de estos papelitos, les pedimos que los rompieran, representando así el daño infringido. Los pedacitos volvían a convertirse en elementos de trabajo. Les pedimos que los ubicaran en las máscaras que habían creado.

El grado de perplejidad, incertidumbre, duda y estupor, es muy distinto para cada hombre (todos son hombres) que ha participado en la actividad (en la que han participado todos muy bien). Esta suspensión de los lugares conocidos, este situarse fuera de los tópicos habituales y fuera del espacio de confort de cada uno, tiene como consecuencia la aparición de ideas nuevas que causan inicialmente cierta desorientación. Este es el punto en el que los contenidos de todas las jornadas anteriores son «refiltrados», pasados por la intimidad de las emociones particulares que han sido «cogidas por sorpresa».